Que el fútbol no le importa a los saudíes y es simple ‘sportswashing‘ es una mentira categórica. Es una de las grandes pasiones del país de Oriente Próximo. Está en todos los lados. Simplemente con encender la televisión en un hotel se encuentran casi una decena de canales deportivos, de los que cinco, por lo menos, son para la retransmisión de partidos. Tanto de ligas internacionales como de la local, que, para nada, es una sucesión de estadios vacíos. Al revés. Por eso Arabia Saudí exige a estrellas como Benzema rendimiento. No quieren ser una jaula de oro ni un proyecto efímero como Qatar o China; buscan ganar.
Benzema atraviesa un momento complicado en el Al-Ittihad. Su rendimiento ha sido duramente criticado y no se ha presentado para viajar al ‘stage’ que su equipo realizará en Dubai (Emiratos Árabes Unidos) mientras se disputa la Copa Asia. Según adelantaba ‘Marca’, la argumentación ofrecida por el francés es que se había quedado atrapado en la isla de Mauricio, donde estaba de vacaciones, por un ciclón. El técnico argentino del Al-Ittihad, Marcelo Gallardo, le ha dejado fuera de la convocatoria.
El fracaso del Al-Ittihad en el Mundial de Clubes
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No es el primer episodio de este tipo que protagoniza el exdelantero del Real Madrid. A principios de año, se marchó de Arabia Saudí a la capital española, algo que se conocería días después. Pidió tres días de baja. El Al-Ittihad tuvo que dar una argumentación pública después de la ‘desaparición’ de un jugador que decidió cerrar su cuenta en Instagram después de la dura derrota a finales de 2023 frente al Al-Nassr de Cristiano Ronaldo (2-5).
A esto hay que sumarle el pobre desempeño del equipo de Yeda en el reciente Mundial de Clubes que acogió precisamente la ciudad costera. Benzema solo pudo maquillar en el descuento la goleada frente al Al-Ahly egipcio, el equipo más laureado de África. El Al-Ittihad participó en el torneo en condición de campeón de la liga de Arabia Saudí. Es decir, por ser anfitrión.
Era una oportunidad para reivindicar el fútbol del país, más si cabe cuando se imaginan escenarios como la posible participación de un conjunto saudí en una hipotética Superliga. Arabia va a velocidad de crucero, tanto social como deportivamente. Quiere construir una liga en el ‘top 10’ del mundo, una ambición que trasladan los que conocen los entresijos de la Federación de Fútbol de Arabia Saudita y de la Saudi Pro League.
Seguirá habiendo inversión de Arabia en fichajes
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Es el caso de Abdulaziz Al Rabah, quien desde hace una década ejerce de redactor jefe de Deportes de Al Arabiya, el canal en árabe más importante. “La primera vuelta del campeonato de Liga tras el mercado en el que llegaron los grandes fichajes ha sido apasionante. Es verdad que el Al-Hilal (equipo de Neymar y el más laureado del país) es líder destacado y que la carrera por el título será con el Al-Nassr, pero se han dado todo tipo de resultados con los equipos de abajo”, explica a este diario el periodista, quien prevé un próximo mercado estival “espectacular y masivo”.
Lejos de los mensajes que se trasladan en Europa, sobre lo efímero del proyecto de Arabia Saudí, en el país que asaltó la banca hace unos meses se reafirman en que seguirán aumentando la competitividad de la liga. Aunque no sin perder la cabeza y menos sin exigir resultados. Para la temporada 2024/2025, la Liga Profesional Saudí ha aprobado que las plazas para jugadores extranjeros se amplíen de ocho a diez.
Sí es cierto que la intención del estado es que los inversores privados tomen el relevo del Fondo de Inversión Pública que se hizo con el control mayoritario de los cuatro principales clubes del país: Al-Ittihad, Al-Nassr, Al-Hilal y el Al-Ahli. El organismo público también se convirtió en el propietario del Newcastle. La gestión en el equipo de la Premier demuestra que su cultura futbolística es diferente a la de, por ejemplo, propietarios estadounidenses como Todd Boehly.
¿Son unos inadaptados los futbolistas extranjeros?
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Mientras que el Chelsea es un paradigma del despilfarro, la espina dorsal de las ‘urracas’ se ha mantenido. Mientras que la campaña pasada el Newcastle se clasificó para la Champions dos décadas después, atraviesa actualmente uno de sus peores momentos. Esto obligará a príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman, propietario ‘de facto’ del club, a mover ficha. Pero siempre con la filosofía de exigir rendimiento, a ser posible, inmediato.
Por eso con Benzema, tanto la afición como los propietarios del Al-Ittihad están muy descontentos. A pesar de los fichajes del delantero francés, Luiz Felipe, Fabinho o Kanté, el club de Yeda, el segundo con más ligas (nueve, como Al-Nassr) es séptimo, a 25 juntos del líder Al-Hilal. Esto ha revertido la situación del exdelantero del Real Madrid, que ha pasado de imaginar un retiro dorado a sentir la presión de una liga emergente que exige rápidos resultados.
Se ha hablado en los últimos días de que algunas de las estrellas como Henderson o Firmino están pensando en finalizar antes de tiempo sus contratos en Arabia Saudí. Hay todo tipo de justificaciones: el calor, la humedad, la falta de motivación, las suplencias, un estilo diferente…
Cuando realmente viven en villas apartadas en las que tienen absolutamente de todo: colegios privados para sus hijos, centros comerciales y, en sus círculos, como hacen en Europa, prácticamente hacen una vida en una burbuja. A esto hay que sumarle que las instalaciones de la mayoría de los clubes son de primer nivel y el césped artificial, pese a que el 95% del país es desierto, no es tan siquiera una opción.
Cristiano Ronaldo es el ejemplo de jugador que quiere Arabia
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Pero el verdadero choque cultural está siendo el propio fútbol que se han encontrado. Cada club es un mundo, con una filosofía, aunque todos reman para hacer de la liga un escenario atractivo (los cargos estratégicos de la liga son todos extranjeros). No obstante, sobre todas las cosas, el sentimiento con el que no están pudiendo corresponder es con el de ganar, algo que quieren todos los equipos y aficiones. No todos pueden llegar.
No es tan fácil dar marcha atrás, porque los jugadores están en un laberinto contractual. Para disfrutar de las ventajas fiscales que les ofrecen sus contratos tendrían que quedarse dos años más. De lo contrario, en el caso de Henderson, podría contraer una deuda de ocho millones con el fisco británico, según los medios de su país. Un galimatías que se une a la obligación de responder ante las obligaciones deportivas de las que alguno parecía haberse olvidado.
“Ellos siguen mucho su liga local, sobre todo los cuatro grandes equipos: Al-Ittihad, Al-Nassr, Al-Hilal y Al-Ahli. Existen muchos aficionados y aficionadas, que también son masivas en los campos. En todos los bares están puestos los partidos. Los fichajes han llenado más los campos”, añade David Cabildo, entrenador español del Eastern Flames FC de la liga femenina saudí. Es la definición de la cultura de esfuerzo que Arabia Saudí exige a sus jugadores y con la que Cristiano Ronaldo, el mejor embajador del campeonato, ha sabido comulgar, a diferencia de Benzema. El francés iba a encontrar en Riad un refugio espiritual y éste ha terminado siendo Madrid.