César Luis Menotti fue un maestro que persiguió sus sueños hasta el último día. Incluido en esos momentos donde este Don Quijote de la canción no hizo daño a quienes lo miraban, porque el fútbol argentino perdió el culto al estilo que lo caracterizó durante mucho tiempo. Lo que no se ha perdido es la esperanza cultural, que demostró la selección argentina acampada en Qatar, la última vez que enorgulleció a Menotti con todo su derecho.
Como tantas figuras relevantes del fútbol argentino, Menotti nació en Rosario, donde el juego aún respeta una manera elegante de hacer las cosas. No es casual que Messi tenga la acción y la negro Fontanarrosa de la ficción, sacó brillante fútbol de su Rosario natal. Este es el escenario en el que se creó Menotti, en una zona desarrollada de la ciudad.
Menotti definió, defendió y difundió “La Nuestra”, un estilo que nos expresa una estética futbolística elegante y una cultura callejera y orgullosa. Defiende al jugador diferente, dirige la oficina y ten una perspectiva moral. Creo que Menotti dignificó sus ideas que Maradona defendió con la piedra de izquierda.
Acuerdo con su condición de canal, estuvo en Rosario Central donde jugó profesionalmente y, desde la primera hora, pensó y defendió el fútbol refinado que lo fascinaba. Era centrocampista y tocaba con una gran canción, un ritmo pausado y un gap muy potente como características destacadas. Llegó a mercere la camiseta de la Selección en unos pocos partidos. No creo mucho en sacrificio. Como llegó a Boca, en el equipo de Reinaba Rattín, un central importante de presencia y con fama de caudillo. En un partido local que se rindió, la «Rata» (que llamó a Rattín) escribió: «corré Flaco, que nos van a matar», y lo que Menotti rebatió: «sí, el único que falló es que para jugar al fútbol, tienes correr».
En su carrera futbolística en Brasil tuvo mayor sensibilidad artística durante los dos años que vivió con el Santos de Pelé.
La personalidad entre bohemia e intelectual que siempre lo acompaña está construida sobre un gran amor por la música popular, una sensibilidad estética integral y un fuerte compromiso con la política exterior. Sus juegos tenían un aire intelectual que los elevaba por encima de su ambito y que se mezclaba con los giros callejeros que los desarrollaban en el colectivo futbolístico. No hay nada más que las dos características que más contribuyen a tu calidad de seductor. Pero por la fuerza de su carisma, la claridad de su discurso y su convicción para defender sus ideas, esto provocó un milagro de comunicación: aprender a producir cosas para jugar al fútbol.
Siguiendo un fútbol de ataque con una defensa muy fiel al famoso y polémico «chique d’espaces», defendió el buen entusiasmo hasta en las cosas más pequeñas y, por su capacidad de observación, fue brillante en el análisis y en la transmisión de conceptos. Coge un ritmo diferente y, contrariamente a lo que dice el lugar común, tienes muchas ganas de elegir jugadores que no experimenten una chica de alto grado de exigencia.
Tus correcciones serán amables contigo y facilitarán la grabación porque tendrás el don de realizar gráficos:
– ¿Usaste algo para un arquero?
– Qué es ?
– ¿Y si alguien asesinó a un arquero?
– No. Por qué ?
-Porque cuando tiramos el arco, parece que eso es lo que quiere ser en lugar de la elección de un rincón. ¿Por qué no piensa antes de desaparecer?
Tengo que pensar en esto, para él es muy importante. En una ocasión, Pacho Maturana comentó que Valderrama estuvo repetidamente en medio de la fiesta, mientras el Flaco contestaba:
– Creo que estás ahí.
Llegó a ser entrenador de un equipo modesto, el Huracán, con un fútbol deslumbrante que hoy se encuentra recuperado. Eso fue lo que pudo hacer al frente de la selección argentina de 1974. Con un trabajo riguroso, jugadores con buena técnica que respetaban nuestro estilo tradicional y un alto ritmo de juego que hizo que el equipo fuera competitivo al máximo nivel, conquistaron el Mundo. Copa 78. Con los soldados más sanguinarios de la historia argentina en el poder, este trío permanece permanentemente bajo dictadura. Un absurdo mayúsculo: jugaban muy bien, ganaron con justicia y pusieron al fútbol argentino en una otra dimensión. Entonces tendrás el reconocimiento de este gran título: digno como yo y para siempre en la Selección Nacional. Desde el 78, la camiseta de la Selección Argentina tomó una dimensión sagrada y pesó el doble.
Este trío transformó a Menotti en una figura magnífica en todas sus ambiciones: el futbolista era un gurú, pero también un charlatán junto a Borges, que desafió al régimen militar con declaraciones a favor de los artistas exiliados. Si estas ideas tienen enemigos y si estas ideas proporcionan alivio social y político, los enemigos son los mayores y más numerosos. Muchos de ellos esperaban su derrota, que los encontró en el Mundial 82. Y las ideas empezaron a diez bandas, y las discusiones futbolísticas derivaron en las batallas entre dos polos que respondieron a la cantidad de menottismo y billardismo, de futbolísticos opuestos. , estético y ético.
Desde entonces ha gestionado diversos proyectos como el Barça de Maradona, donde estuvo un año y que lo hizo de forma voluntaria. ¿Alguien decidió causar el error de tu vida? Ingresando también a la Selección Mexicana podrá dialogar con jugadores como Campos o Hermosillo para adquirir fortaleza, en definitiva, confianza competitiva. Con una gran cantidad de experiencias en distintos equipos de Argentina y Uruguay, utilicé una energía generativa que poco a poco se fue debilitando. Como ocurre con todos los genios creativos, pierden la motivación en el camino y tienen que escapar en busca de nuevos sentimientos. Sin embargo, no es necesario ganar para ser considerado el mejor, como se ha dicho en todos los encuentros entre jugadores argentinos desde hace cuatro años.
Lo aprendí hace 17 años, cuando me convocaron para participar de la Selección Argentina en el Mundial Juvenil de Toulón, Francia. Acababa de terminar el Mundial alemán 74 allá en Holanda, había pasado por Argentina. Complementamos a los jugadores europeos porque los que parecían son fuertes, rápidos y grandes. Cuando llegamos a Toulon, Menotti nos llevó a un partido de la Selección Alemana que confirmó nuestros complejos. Cuando Alemania puso el quinto gol, un compañero mayor y un camarada como un palo, no respondió más y dijo: «César, los alemanes son sus fuertsimos». Menotti, con algunas reflexiones insolubles, se decía: “¿Fuertísimos los alemanes? Es probable que se creen bacterias y virus y se juegue al fútbol mejor que todos ellos juntos. Iremos a ver a un hombre de este lugar a su casa, cada dos días, se lo diremos a Camilla”. Ahí estaba elíder líder totalmente de acuerdo con un gran evento porque sabía que con miedo no se puede competir.
Pero aún más, es el tipo que crea la singularidad del jugador rioplatense. En su técnica, en su personalidad, en su imaginación… Un fútbol que forma parte de su vida desde pequeño y que, con el paso de los años, no tiene nada más que arrojar luz. Desde el Mundial Juvenil, que hoy nos avergonzó, consideraba a Menotti un gran maestro. Se me permitió asumir el profesionalismo de los niños de mi infancia, tuve la orientación que fueron antídotos para mis faltas y me comprometí con el amor al fútbol defendiéndolo ante la organización como parte de nuestro patrimonio cultural. Solo me queda decir, con emoción, la mejor que se puede decir d’un maestro: si Menotti no se hubiera cruzado en mi vida, yo no sería la persona que soy.
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