‘La sociedad de la nieve’, la premiada película de Juan Antonio Bayona, gran triunfadora en la gala de los premios Goya, ha devuelto a la actualidad el ‘milagro de los Andes’, la hazaña de los 16 supervivientes del accidente aéreo que sufrió el equipo de rugby uruguayo Old Christians Club cuando viajaban a Chile a jugar un partido amistoso en el mes de octubre de 1972.
El ejercicio de supervivencia de los uruguayos, que ya fue objeto de una película en 1993 (‘¡Viven!’, dirigida por Frank Marshall) genera un impacto brutal en los espectadores, entre otros motivos por las condiciones y el entorno en el que los deportistas lograron aferrarse a la vida, en un lugar remoto de la cordillera andina (concretamente, en la provincia argentina de Mendoza), a 3.570 metros de altura.
La investigación oficial decretó que la causa del accidente había sido un error de los pilotos, que no lograron adaptarse a las complicadas condiciones climáticas que suelen darse en los Andes, por la diferencia de presiones y temperatura entre las corrientes de aire procedentes del Pacífico y las que proceden de la parte oriental de la cordillera.
Un club con solera en Chile
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Once años y medio antes del ‘milagro de los Andes’, otro avión que transportaba a un equipo (de fútbol, en este caso) también se estrelló en Los Andes. No hubo supervivientes.
Ocurrió el 3 de abril de 1961: el Green Cross, equipo de Santiago de Chile que competía en Primera división (había sido uno de los fundadores del torneo, y campeón de Liga en 1945) embarcó en la ciudad de Osorno (en el sur del país) tras jugar un partido de Copa.
La plantilla del Green Cross se dividió en dos bloques para tomar dos aviones: la mayoría de los jugadores optó por volar en el segundo avión, ya que tenía previsto menos escalas antes de llegar a Santiago, su destino final. Además, era Semana Santa, y debido al alto número de viajeros, el primer avión ya no tenía plazas disponibles para todos los miembros del Green Cross.
Alfredo Gutiérrez fue uno de los jugadores que tomó el primer avión.
La decisión le salvó la vida. “Cambié mi pasaje con mi compañero Héctor Toledo porque él quería ir con varios de sus mejores amigos de la plantilla, pues había la posibilidad de tomar un vuelo algo más cómodo unos minutos después”, explicaba en 2018 a ‘Panenka’.
“Todos pensaban que me había muerto”
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Gutiérrez trabajaba como linotipista en el diario ‘La Nación’. “Cuando llegué al trabajo se me abalanzaron mis compañeros y me mostraron la portada del diario, que decía ‘desaparecido avión de Green Cross, no hay sobrevivientes’. Como yo había dado el nombre de Toledo, todos pensaban que me había muerto. De hecho, cuando hablé con mi madre, que vivía en Villa Alegre, no me creía que yo estuviera vivo”, contaba.
El Douglas DC-3 que transportaba a una parte de la plantilla, al entrenador y al masajista, entre otros pasajeros, se estrelló en la ladera nordeste del cerro Lástimas, en Los Nevados de Longaví, cerca de la ciudad de Linares, en la zona central de Chile.
No hubo supervivientes: el avión se incendió poco después de estrellarse. Fallecieron 24 personas, siete de ellos futbolistas del primer equipo del Green Cross -Manuel Contreras, Dante Coppa, Berthe González, David Hermosilla, José Silva, Alfonso Vega y Eliseo Mouriño-, además de su entrenador, Arnoldo Vászquez, un masajista y tres árbitros.
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Ocho días después del accidente, los equipos de rescate localizaron los restos del avión.
54 años más tarde, una expedición encontró nuevas partes de la aeronave accidentada. Después de una caminata de cinco días, dieron con restos del fuselaje del Douglas C-3, en un paraje situado a 3.200 metros de altitud. También encontraron restos óseos.
El lugar exacto, una incógnita
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Nunca se dio a conocer el lugar exacto del descubrimiento para evitar saqueos y para impedir que se convirtiese en lugar de peregrinaje.
La Copa de Chile de 1961 se denominó Copa Chile Green Cross en homenaje a los fallecidos.
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La historia del Green Cross como club deportivo tampoco tuvo un final feliz: en 1965 dejó Santiago de Chile para trasladarse a Temuco y fusionarse con el Club de Deportes Temuco.
En un primer momento, el nuevo equipo se llamó Green Cross Temuco, pero finalmente acabó diluyéndose y adoptando el nombre de Club de Deportes Temuco, equipo que actualmente juega en la Primera B chilena.