Estando aún ardiendo las brasas, es inútil estimar su peso a esta hora. Ante el desafío sin precedentes del fin de semana planteado por el Grupo Wagner al Kremlin, la administración Biden ha adoptado una postura vigilante y cautelosa. Lo anunció el domingo el secretario de Estado, Antony Blinken, en los televisores. Si la marcha abortada de Wagner a Moscú es una » Asuntos internos «sin embargo revela «Nuevas grietas» en el régimen ruso. “Es simplemente el último capítulo del libro de fracasos que Putin escribió para sí mismo y para Rusia”Blinken dijo en NBC.
Por su parte, el El Correo de Washington reveló que los servicios estadounidenses habían detectado ya a mediados de junio los preparativos de Wagner para una operación importante en la propia Rusia. A diferencia de las semanas previas a la guerra en Ucrania, cuando la administración Biden denunció la movilización militar rusa, esta vez optó por guardar silencio. No tenía interés ni en ayudar a Vladimir Putin ni en exponerse a las inevitables acusaciones de una conspiración extranjera. “No le dimos a Putin ninguna excusa para culpar a Occidente o a la OTAN, dijo Joe Biden el lunes. Dejamos claro que no teníamos nada que ver con eso. »
En la bruma que rodea la rebelión del Grupo Wagner, Estados Unidos dibuja un motivo de satisfacción y preocupación: el debilitamiento de Vladimir Putin. Esta ambivalencia está en el corazón de la política estadounidense hacia Moscú. El miedo al vacío coexiste con la voluntad de debilitarse. Tal debate había dividido a la administración de George Bush tras el fracaso del golpe de Estado contra Mijaíl Gorbachov en agosto de 1991, hasta la disolución de la URSS pocos meses después. “Hay una preocupación constante en Occidente por el colapso de Rusia, que sería tomada por fuerzas más viciosas y enloquecidas que Putin, con terribles consecuencias en términos de armas nucleares. subraya Maria Snegovaïa, investigadora del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS). Pero me alegra ver la posición de neutralidad adoptada por la administración Biden. Occidente no debe asustarse con hipótesis catastróficas, que llevarían a presionar a los ucranianos para que celebren un acuerdo que no resolvería nada. »
Emoción
Hoy, Washington busca neutralizar el potencial nocivo de Rusia fuera de sus fronteras, a nivel militar, cibernético o de desinformación. Este ya era el objetivo principal de la reunión entre Joe Biden y Vladimir Putin en Ginebra en junio de 2021, ocho meses antes del inicio de la guerra en Ucrania. Ahora, la prioridad de los aliados es ofrecer a los ucranianos el máximo apoyo militar para facilitar su contraofensiva y retomar el terreno antes de cualquier negociación.
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