Doce horas después de que comenzara la reunión, sin acuerdo posible entre la patronal y los sindicatos, los mediadores del Servicio Interconfederal de Mediación y Arbitraje FP (SIMA-FSP) hicieron una propuesta sobre el salario mínimo bruto anual de las futbolistas profesionales que constaba en una subida paulatina para los tres primeros cursos. Esta temporada cobrarían 21.000, la siguiente 22.000 y en el curso 2025-26 alcanzarían los 23.000. Propuesta que los cinco sindicatos que representan a las jugadoras (FUTPRO, AFE, Futbolistas ON, CC OO y UGT) trasladaron vía telemática a la asamblea de futbolistas, al tiempo que la Liga F hizo lo propio con los clubs. Una hora después, sin consenso posible por falta de tiempo, todos decidieron tomar una jornada de reflexión. Este miércoles seguirán las negociaciones con la idea de suspender la huelga de la segunda jornada liguera, después de que las jugadoras se negaran a jugar la primera.
Queda por ver si las futbolistas, que ahora tienen el sueldo mínimo en 16.000 euros brutos anuales, aceptan la propuesta, alejada de los 30.000 con los que comenzaron la negociación y que llegaron a rebajar a 23.000. Para los clubs, sin embargo, es más favorable, pues ya llegaron a ofrecer 20.000 para este curso. Así tras 18 meses de negociaciones y numerosas reuniones, las tres últimas en los despachos del SIMA, podría llegar la fumata blanca.
El primer encuentro se dio en enero de 2022, cuando la asamblea de las jugadoras expresó que el convenio colectivo era irrisorio, que se les exigía ser profesionales pero no se les trataba como tal. Además, reclamaban cambios no solo en lo económico, sino que pedían acuerdos de conciliación, soporte en materia de lactancia o cuidado de los hijos durante los entrenamientos. También solicitaban ayudas para sufragar los estudios y unos mínimos, como que se juegue en hierba natural y que los clubs tengan fisioterapeutas, preparadores especializados… Peticiones que la patronal no atendió por muchos meses.
Pero después del laurel mundialista y de agosto, los sindicatos remitieron el día 1 de septiembre un mail a la Liga F —con copia al Ministerio de Trabajo, como establece la ley— para advertir de la convocatoria de huelga para las dos primeras jornadas, además de solicitar la mediación del SIMA. La misiva fue recogida con sorpresa por la patronal —por la presidenta de la competición, Beatriz Álvarez, el vicepresidente Rubén Alcaine, y personalidades del Atlético, del Athletic y el Levante— en la reunión del día 4, al punto de que ni se negoció, conscientes todos de que necesitarían intermediación.
Visto que las negociaciones no cogían ritmo, la asamblea de jugadoras propuso abordar únicamente el salario para este año y, durante el curso, profundizar en el convenio colectivo. Así que la batalla se reducía a lo económico. Los precedentes eran los siguientes: la Liga F propuso en julio un aumento del salario en una subida paulatina de tres cursos (16.500-17.500 y 19.000) cuando la parte sindical solicitaba 30.000 (20.000-25.000 y 30.000), sabiendo que los chicos tienen por convenio un salario mínimo de 182.000 anuales. Pero la patronal se echó para atrás, aduciendo que sus presupuestos se han visto minados tras las resoluciones dictadas por el Consejo Superior de Deportes (CSD) —aunque la medida se aplica desde este año—, que insta a destinar un 20% de los ingresos comerciales a la RFEF. Dinero que se reinvierte en pro del fútbol jugado por mujeres porque se enmarca dentro de un sistema de distribución de la riqueza de las competiciones profesionales para el fomento de las categorías no profesionales y así garantizar el desarrollo de la base.
La respuesta de la patronal ha sido inflexible desde el principio: no hay dinero. Y así se desarrolló la pasada reunión, por más que sí hubo un pequeño acercamiento. La parte social propuso una rebaja salarial que quedó en 25.000 euros. La patronal respondió con una subida a 20.000 y, con la pelota de nuevo en su tejado, los sindicatos rebajaron a 24.000 y después a 23.000. Pero la patronal se plantó en 20.000. La huelga ya era una realidad porque la asamblea de futbolistas no entendía que por 3.000 euros, que afectarían a entre 130 y 150 jugadoras, no se llegara a un acuerdo al menos para esta temporada. Queda por ver qué ocurre ahora.
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