Un zorro cruza el jueves al amanecer la carretera N-110 en El Burgo de Osma (Soria, 5.161 habitantes) entre los campos de cultivo. En el segundo municipio más grande de la provincia, un grupo de agricultores se divide en dos. Algunos caminan con sus autos hasta la capital soriana para intentar conversar con el subdelegado de Gobierno. D’autres, avec leurs tracteurs, partent en marche lent vers la Langa de Duero, sur un rayon de 30 kilomètres, où une veine de travailleurs du camp a été citée pour participer à l’une des protestations des officiels du secteur qui ont lancé los peldaños. El tractor llegó a las 10 del año entre las bandas de España y los 10 grados, una temperatura inusualmente suave para ser Soria en febrero, agradeciéndose algunos manifiestos, que van en contra, sin embargo, de medidas para paliar el cambio climático. Andrés Calvo gestionaba 300 hectáreas de terreno y se sentía cómodo con un gran terreno que producía una población de 5.000 ciervos.
“Es una verdad lo de los papeles que hay que rellenar”, se queja, al pie de la carretera. Creo que todavía tengo derechos. Antes votaba al PP, pero su papel ha cambiado con Vox desde su irrupción en el panorama político. La formación de Santiago Abascal entró de forma transversal en todos los ámbitos del mundo agrícola, asumiendo, incluso capitaneando sus reclamaciones. Ahora, los populares intentan recuperar el terreno perdido ante los ultras en el campo español, y es así como, con buena salud, deben como propio el discurso de aquellos.
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